Wednesday, December 22, 2021

Alameda 480

 



Visita a Alameda 480

Testimonio por: Benito Espinoza

No sabíamos cual era el departamento que nos ofrecían por internet, así que llamamos por el citófono al conserje, pero no salió nadie (al parecer no estaba) luego llamamos a todos los departamentos del piso siete, ya que en el aviso salia que era en ese piso, pero ninguno de los timbres funcionaba. De pronto nos abren la reja, pero el conserje no salió a recibirnos. Entramos al edificio; era muy oscuro y nos llamó la atención que en el pasillo había un coche de gemelos abandonado y tapado con una manta, no dijimos nada. Mi novia sintió un leve dolor de estomago cuando entramos al ascensor, este era viejisimo, a tal punto que cuando llegó al primer piso, la puerta no se abrió, y tuve que abrirla manualmente. Subimos en el ascensor hasta el piso siete. Me distraje por la vista del ventanal del piso, porque aunque era una vista horrible a un patio interior, vi un nido de pájaros en una ventana. Notamos que muchos de los departamentos del edificio estaban abandonados, porque no se veía nada en las ventanas que daban al patio interior. Mientras miraba los huevos en el nido, mi novia llamó a los timbres de todos los departamentos del piso, pero no salió nadie. Nos llamó la atención que uno de los departamentos estuviera cerrado con un candado enorme, y que el resto tuviera rejas muy grandes frente a cada puerta. La corredora de propiedades me mandó un mensaje diciéndome que el departamento que fuimos a ver estaba en el segundo piso. Como mi novia se asustó con el ascensor decidimos bajar a pie, al llegar al segundo piso notamos que era particularmente oscuro, y que había otro coche abandonado (puede que por la emoción me haya confundido de piso, pero sin lugar a dudas vimos dos coches abandonados en el edificio) Llegamos al departamento, que era muy grande, muy bien decorado, de arriendo barato para la cantidad de metros cuadrados, con una vista privilegiada al cerro santa lucia, pero se sentía el aire muy pesado en su interior. Nos abrió la puerta la actual inquilina; una mujer de unos 32 años, que recientemente fue mamá. Se veía algo cansada, por su parte la guagua estaba despierte, pero tranquila. La mujer nos contó lo bueno y lo malo del lugar; nos dijo que venia con el refrigerador, pero que este emitía un sonido muy extraño y que congelaba la comida. En ese momento el refrigerador estaba en silencio, lo que a ella le pareció extraño. También venía con un lavaplatos, pero no funcionaba. Le pregunté porque no había conserje, y me dijo que no estaba trabajando. Cuando llegamos a nuestra casa recordamos esto y nos preguntamos quien nos abrió la puerta, ya que llamamos a los departamentos del piso 7, pero estaban todos desocupados, y que también llamamos al conserje, pero no estaba trabajando, por su parte, la mujer del segundo piso no sabia que estábamos tocando el timbre. Alguien nos abrió, y no tenemos idea quien fue. Antes de irnos le preguntamos a la mujer por la bodega, nos dijo que no podía usarla, pero no fue capaz de explicarnos porque no la usaba. Estaba ocupando como bodega su propia cocina. Su expresión al hablarnos de la bodega nos dió la sensación de que tenía miedo de bajar allá. Al salir nos dijo que bajáramos por las escaleras, porque el ascensor estaba “malo”, y no se detenía en el segundo piso. Llegamos a nuestra casa y la curiosidad nos ganó, buscamos la dirección en Google. Descubrimos que el 2009 hubo un incendio en el departamento 403, que era usada como “oficina de masajes” de lunes a sábado, pero el incendio fue un domingo y según lo que se señala en los diarios, no había nadie en el departamento cuando se quemó, y no había ninguna versión de los bomberos que explicara como se inició el incendio. Por ultimo descubrimos que efectivamente el edificio estaba casi vació, porque muchos de los departamentos están publicados como en venta o en arriendo. Por algún motivo, nadie quiere vivir ahí. El relato suena muy disparatado, así que acá están los links de lo que encontramos en internet:

Ilustración por: Gabriel Garvo