Sunday, July 20, 2025

Mi papá, la Lechona y lo Paranormal.

 Testimonio por Jim Pluk.


Desde los 14 años he tenido experiencias que, hasta mis 41 años, aún no les tengo explicación, pero digamos que las podríamos encasillarlas en el ámbito de lo paranormal ( Pueden ver algunas de mis experiencias en el link de Testimonios).

Después de haber acumulado varias situaciones personales en mi adolescencia como avistamientos de gente sombra, un ángel y hasta un ovni, decido contarle a mis padres de estas vivencias.  Ellos deciden llevarme a una psicóloga a ver si todo está en orden y efectivamente, todo está en orden. La doctora solo recomienda hacer meditación…¿Para qué?, Nunca supe. Creo que simplemente estos eventos pueden pasar a personas muy puntuales, como si fuéramos seleccionados a dedo para que tengamos estos episodios que nos marcan de por vida.

Mis padres siempre escuchaban con atención a mis historias y eventos, pero no decían nada.
Mi madre, 20 años después, abrió su mente y aceptó el hecho de que estos fenómenos le suceden a muchas personas. Ella cree que tal vez yo puedo ser un niño Índigo. Pero quien sabe.

Mi padre siempre estuvo callado con el tema y no opinaba al respecto. Pero 2 años antes de que el muriera aproximadamente, en el 2021, recuerdo que un domingo fuimos con él y mi esposa Aura a comer Lechona en el restaurante Don Lucho del barrio Sotomayor en Bucaramanga.

Allí, en medio de conversaciones, salió el tema de lo paranormal y él escuchaba atento y es cuando el decide sincerarse ante nosotros 2. Nos cuenta que tuvo 3 experiencias en su vida que no sabe como explicar a nivel racional y que nunca le había contado al respecto a ninguno de sus hijos.

El primer episodio fue en Medellín. El fue profesor de la Universidad de Antioquia. Recuerdo que  nos contaba que un día hubo manifestaciones de estudiantes contra la policía y en este enfrentamiento, lastimosamente un estudiante perdió la vida. Otros compañeros del difunto ubicaron el cadáver encima de una banca (este detalle no lo recuerdo bien). Mi padre vio toda la escena a lo lejos desde el edificio de su facultad, frente a su oficina en un 2do o 3er piso.
Recuerdo haber visitado cuando pequeño su oficina y haberme fijado en los agujeros de disparos que se destacaban en la fachada del edificio de su facultad.
Después del incidente del estudiante, mi padre estaba recostado en el barandal frente a su oficina. No había casi nadie, la universidad se sentía desierta por los enfrentamientos, nos contaba. De repente, sintió un golpe muy fuerte por el costado de la cabeza, golpe que lo mandó a volar 2 metros al piso. Totalmente perdido y confundido, recogió sus gafas y miró a su alrededor, no había absolutamente nadie. Se reincorporó en el barandal, mirando para todo lado y de repente, otro golpe, que lo volvió a mandar al piso con la misma fuerza. Según nos comentaba, era como si una gran almohada lo golpeara con muchísima fuerza. Era un golpe “blando”. Y Si no me equivoco, alcanzó a recibir 3 golpes con la misma intensidad. Después de eso, se fue de ahí. “Ni tan huevón que fuera.  ¿otro manazo? No, gracias”.  Nos contaba entre risas esta historia que le dejó con muchas preguntas allá en Medellín.


A mi papá le gustaba la cerveza y bastante. En otra ocasión estaba con sus amigos en una tienda tomando y el se fue al baño a orinar. Nos contaba que cuando estaba en el urinal, recibió en la espalda 2 golpes como palmadas. Cuando volteó, no había nadie en el baño. Fue a donde sus amigos, les comentó lo sucedido y dijeron que ninguno de ellos había sido y que únicamente estaba él en el baño. Esta fue la segunda experiencia. Nunca supo quien había golpeado su espalda. ¿Tal vez un borrachín chistosito? Quién sabe.

La última situación con la cual se sinceró mi papá fue una vez que fue a visitar a su difunto padre en el Osario de la Iglesia San Pedro en Bucaramanga. Es un lugar un poco estrecho a modo de corredor muy solitario. Si no me equivoco, fue de día la visita y se suponía que debería haber algo de luz, pero decía mi padre que el lugar se encontraba un poco oscuro. Entró a buscar la tumba de mi abuelo, pero comentaba que empezó a ver un tipo de luz extraña en el lugar. Era como un “laser” de luz blanca que flotaba en frente de las pequeñas tumbas, parpadeaba y se quedaba en el mismo punto. No era problema de luz eléctrica decía el, porque los bombillos no parpadeaban. Así que, como en el primer encuentro, salió corriendo de allí, cagado del susto como cualquier mortal lo haría.

Nunca pensé que mi papá hubiera tenido este tipo de experiencias debido a su gran silencio respecto a estos temas la gran parte de mi vida, pero de cierto modo me alegró haberlas escuchado directamente de su boca. Así, con una buena lechona como acompañante.

 Gracias por todo, Padre.